sábado, 15 de agosto de 2015

Sabado por la tarde por Sole Gimenez


Sabado por la tarde (canción italiana de Claudio Baglioni) interpretada por Ana Belen

SÁBADO POR LA TARDE

Siempre me contabas que te irías
Cuando nos faltara la ilusión
Porque algo de la culpa sé que es mía
Estoy aquí pidiéndote perdón.
Parte de aquello ya está muerto
Las palabras grandes
Que abarcaban todo el universo
Eran solo aire, nada será igual
No puedes irte…

Siempre me decías no te vayas
Tienes que escuchar al corazón
Un gesto vale más que mil palabras
No me juzgues por lo que no soy.
Ahora que todo son lamentos
Que me falta aliento
Viejos argumentos que me cansa repetirlos
No te dejaré marchar
No puedes irte, no puedes irte…

Junto a ti me dormí
Junto a ti desperté
Junto a ti comprendí
Lo que no hay que hacer
Renunciar a soñar
Por vivir junto a ti
Renunciar a vivir…

Despacito el sábado se va
No me gusta que me vean llorar
Se nos ha roto aquel espejo
Y cuando nos miramos
Somos dos extraños extraviados
Que prometen darse otra oportunidad
No puedes irte, no puedes irte…

Ahora (canción italiana) interpreta Ana Belén

AHORA

Se va la noche y no me duermo,
no te me irás del pensamiento,
a veces hablo a los espejos,
por eso saben mis secretos.
Viví en la cara oculta de la luna,
equivocadamente hasta encontrarte,
y cuando más te quiero siento que te pierdo.
Ahora, ahora, ahora, pesan tanto los recuerdos
de las noches que he pasado junto a ti,
ya no sé vivir contigo ni sin ti.
Aunque me encontrara un ángel, dudaré,
si me hará volar tan alto como tú.
Se va la noche y no me duermo,
y los segundos son tan lentos,
entre los celos y el deseo,
hago mil cosas que no debo,
tiro una piedra contra tu ventana,
dejo un mensaje por no dar la cara,
le prendo fuego a lo que era nuestra cama.
Ahora, ahora, ahora, pesan tanto los recuerdos
de las noches que he pasado junto a ti,
ya no sé vivir contigo ni sin ti.
Ahora, ahora, ahora...
Ahora, ahora, ahora...
Aunque me encontrara un ángel, dudaré,
si me hará volar tan alto como tú.

viernes, 20 de septiembre de 2013

La mujer que yo quiero de Joan Manuel Serrat

La mujer que yo quiero no necesita
bañarse cada noche en agua bendita. 
tiene muchos defectos, dice mi madre,
y demasiados huesos, dice mi padre.
pero ella es mas verdad que el pan y la tierra.
mi amor es un amor de antes de la guerra para saberlo,
la mujer que yo quiero, no necesita deshojar cada noche una margarita.
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa
 prendida en mi alma como si cualquier cosa.
con ella quieren dármela mis amigos
y se amargan la vida mis enemigos... 
Porque sin querer tú, te envuelve su arrullo
y contra su calor, se pierde el orgullo y la vergüenza... 
la mujer que yo quiero, es fruta jugosa
madurando felíz, dulce y vanidosa. 
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta
para sembrar la tierra de punta a punta
de un amor que nos habla con voz de sabio
y tiene de mujer la piel y los labios.
Son todos suyos mis compañeros de antes... 
mi perro, mi scalextric y mis amantes pobre juanito... 
la mujer que yo quiero, me ató a su yunta; 
pero, por favor, no se lo digas nunca.




lunes, 22 de octubre de 2012

"Donde habite el olvido", poema de Luis Cernuda

Luis Cernuda (1902 – 1963)
Donde habite el olvido, en los vastos jardines sin aurora; donde yo solo sea memoria de una piedra sepultada entre ortigas sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje al cuerpo que designa en brazos de los siglos, donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible, no esconda como acero en mi pecho su ala, sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya, sometiendo a otra vida su vida, sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres, cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, disuelto en niebla, ausencia, ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos; donde habite el olvido.

Para la Libertad

"Para la libertad", Miguel Hernández
EL HERIDO
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.

lunes, 27 de junio de 2011

Cuando un amigo se va

Letra: Alberto Cortez
Musica: Alberto Cortez

Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va,
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va,
se detienen los caminos
y se empieza a avinagrar
el duende dulce del vino.

Cuando un amigo se va,
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va,
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va,
se queda el árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.