Tu beso se hizo calor,
luego el calor, movimiento,
luego gota de sudor
que se hizo vapor, luego viento
que en un rincón de La Rioja
movió el aspa de un molino
mientras se pisaba el vino
que bebió tu boca roja.
Tu boca roja en la mía,
la copa que gira en mi mano,
y mientras el vino caía
supe que de algún lejano
rincón de otra galaxia,
el amor que me darías,
transformado, volvería
un día a darte las gracias.
Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.
El vino que pagué yo,
con aquel euro italiano
que había estado en un vagón
antes de estar en mi mano,
y antes de eso en Torino,
y antes de Torino, en Prato,
donde hicieron mi zapato
sobre el que caería el vino.
Zapato que en unas horas
buscaré bajo tu cama
con las luces de la aurora,
junto a tus sandalias planas
que compraste aquella vez
en Salvador de Bahía,
donde a otro diste el amor
que hoy yo te devolvería......
Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.
lunes, 9 de agosto de 2010
Ojala. Letra: Silvio Rodriguez
Ojalá
(Silvio Rodríguez)
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
(1969)
(Silvio Rodríguez)
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
(1969)
En busqueda de un amigo
Amigo mío. Antoine De Saint-Exupéry
Amigo mío,
tengo tanta necesidad de tu amistad.
Tengo sed de un compañero que respete en mí,
por encima de los litigios de la razón,
el peregrino de aquel fuego.
A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido,
y descansar, más allá de mí mismo,
en esa cita que será la nuestra.
Hallo la paz.
Más allá de mis palabras torpes,
más allá de los razonamientos que me pueden engañar,
tú consideras en mí, simplemente al Hombre,
tú honras en mí al embajador de creencias,
de costumbres, de amores particulares.
Si difiero de ti, lejos de menoscabarte te engrandezco.
Me interrogas como se interroga al viajero,
Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido,
me siento puro en ti y voy hacia ti.
Tengo necesidad de ir allí donde soy puro.
Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas
las que te informaron acerca de lo que soy,
sino que la aceptación de quien soy te ha hecho
necesariamente indulgente para con esas andanzas y esas fórmulas.
Te estoy agradecido porque me recibes tal como soy.
¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga?
Si todavía combato, combatiré un poco por ti.
Tengo necesidad de ti. Tengo necesidad de ayudarte a vivir.
Amigo mío,
tengo tanta necesidad de tu amistad.
Tengo sed de un compañero que respete en mí,
por encima de los litigios de la razón,
el peregrino de aquel fuego.
A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido,
y descansar, más allá de mí mismo,
en esa cita que será la nuestra.
Hallo la paz.
Más allá de mis palabras torpes,
más allá de los razonamientos que me pueden engañar,
tú consideras en mí, simplemente al Hombre,
tú honras en mí al embajador de creencias,
de costumbres, de amores particulares.
Si difiero de ti, lejos de menoscabarte te engrandezco.
Me interrogas como se interroga al viajero,
Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido,
me siento puro en ti y voy hacia ti.
Tengo necesidad de ir allí donde soy puro.
Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas
las que te informaron acerca de lo que soy,
sino que la aceptación de quien soy te ha hecho
necesariamente indulgente para con esas andanzas y esas fórmulas.
Te estoy agradecido porque me recibes tal como soy.
¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga?
Si todavía combato, combatiré un poco por ti.
Tengo necesidad de ti. Tengo necesidad de ayudarte a vivir.
jueves, 10 de junio de 2010
El poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) ha asociado su creación poética con un simple intercambio de regalos en su infancia...
Esta curiosa historia sugiere que al ofrecer nuestra amistad a alguien que no conocemos, fortalecemos nuestro vínculo fraterno con toda la humanidad. Una vez buscando los pequeños objetos y los minúsculos seres de mi mundo en el fondo de mi casa en Temuco, encontré un agujero en una tabla del cercado. Miré a través del hueco y vi un terreno igual al de mi casa, baldío y silvestre. Me retiré unos pasos, porque vagamente supe que iba a pasar algo.
De pronto apareció una mano. Era la mano pequeñita de un niño de mi misma edad. Cuando acudí no estaba la mano porque en lugar de ella había una maravillosa oveja blanca. Era una oveja de lana desteñida. Las ruedas se habían escapado. Todo esto lo hacía más verdadera. Nunca había visto yo una oveja tan linda. Miré por el agujero, pero el niño había desaparecido. Fui a mi casa y volví con un tesoro que le dejé en el mismo sitio: una piña de pino, entreabierta, olorosa y balsámica, que yo adoraba. La dejé en el mismo sitio y me fui con la oveja. Nunca más vi la mano ni el niño.
Nunca tampoco he vuelto a ver una ovejita como aquélla. La perdí en un incendio. Y aún ahora en este 1954, muy cerca de los cincuenta años, cuando paso por una juguetería, miro aún furtivamente a las ventanas. Pero es inútil. Nunca más se hizo una oveja como aquélla. Yo he sido un hombre afortunado. Conocer la fraternidad de nuestros hermanos es una maravillosa acción de la vida. Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida. Pero sentir el cariño de los que no conocemos, de los desconocidos que están velando nuestro sueño y nuestra soledad, nuestros peligros o nuestros desfallecimientos, es una sensación aún más grande y más bella porque extiende nuestro ser y abarca todas las vidas. Aquella ofrenda traía por primera vez a mi vida un tesoro que me acompañó más tarde: la solidaridad humana. La vida iba a ponerla en mi camino más tarde, destacándola contra la adversidad y la persecución.
No sorprenderá entonces que yo haya tratado de pagar con algo balsámico, oloroso y terrestre la fraternidad humana. Así como dejé allí aquella piña de pino, he dejado en la puerta de muchos desconocidos, de muchos prisioneros, de muchos solitarios, de muchos perseguidos, mis palabras. Esta es la gran lección que recogí en el patio de una casa solitaria, en mi infancia. Tal vez sólo fue un juego de dos niños que no se conocen y que quisieron comunicarse los dones de la vida. Pero este pequeño intercambio misterioso se quedó tal vez depositado como un sedimento indestructible en mi corazón, encendiendo mi poesía.
Pablo Neruda, Isla Negra, 1954
De pronto apareció una mano. Era la mano pequeñita de un niño de mi misma edad. Cuando acudí no estaba la mano porque en lugar de ella había una maravillosa oveja blanca. Era una oveja de lana desteñida. Las ruedas se habían escapado. Todo esto lo hacía más verdadera. Nunca había visto yo una oveja tan linda. Miré por el agujero, pero el niño había desaparecido. Fui a mi casa y volví con un tesoro que le dejé en el mismo sitio: una piña de pino, entreabierta, olorosa y balsámica, que yo adoraba. La dejé en el mismo sitio y me fui con la oveja. Nunca más vi la mano ni el niño.
Nunca tampoco he vuelto a ver una ovejita como aquélla. La perdí en un incendio. Y aún ahora en este 1954, muy cerca de los cincuenta años, cuando paso por una juguetería, miro aún furtivamente a las ventanas. Pero es inútil. Nunca más se hizo una oveja como aquélla. Yo he sido un hombre afortunado. Conocer la fraternidad de nuestros hermanos es una maravillosa acción de la vida. Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida. Pero sentir el cariño de los que no conocemos, de los desconocidos que están velando nuestro sueño y nuestra soledad, nuestros peligros o nuestros desfallecimientos, es una sensación aún más grande y más bella porque extiende nuestro ser y abarca todas las vidas. Aquella ofrenda traía por primera vez a mi vida un tesoro que me acompañó más tarde: la solidaridad humana. La vida iba a ponerla en mi camino más tarde, destacándola contra la adversidad y la persecución.
No sorprenderá entonces que yo haya tratado de pagar con algo balsámico, oloroso y terrestre la fraternidad humana. Así como dejé allí aquella piña de pino, he dejado en la puerta de muchos desconocidos, de muchos prisioneros, de muchos solitarios, de muchos perseguidos, mis palabras. Esta es la gran lección que recogí en el patio de una casa solitaria, en mi infancia. Tal vez sólo fue un juego de dos niños que no se conocen y que quisieron comunicarse los dones de la vida. Pero este pequeño intercambio misterioso se quedó tal vez depositado como un sedimento indestructible en mi corazón, encendiendo mi poesía.
Pablo Neruda, Isla Negra, 1954
No te rindas. Poema de Mario Benedetti
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
martes, 1 de junio de 2010
Contigo de Joaquin Sabina a dúo con Serrat
Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.
Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.
Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.
Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.
Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.
No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas “volvamos a empezar”;
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.
Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.
Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.
Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.
Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.
Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.
No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas “volvamos a empezar”;
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.
Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
Sin embargo de J. Sabina a dúo con Serrat
De sobra sabes
Que eres la primera
Que no miento si juro que daría
Por ti la vida entera, por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día
Ya ves
Te engañaría con cualquiera
Te cambiaría por cualquiera.
Mitad arrepentido y encantado
De haberme conocido, lo confieso
Tú que tanto has besado tú
Que me has enseñado
Sabes mejor que yo
Que hasta los huesos
Sólo calan los besos que no has dado
Los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una embajada
El pasillo de un tren de madrugada
Un laberinto sin luz, ni vino tinto
Un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voy dando
Y sin embargo cuando duermo sin ti
Contigo sueño,
Y con todas si duermes a mi lado,
Y si te vas me voy por los tejados
Como un gato sin dueño
Perdido en el pañuelo de amargura
Que empaña sin marcharla tu hermosura.
No debería contarlo y sin embargo
Cuando pido la llave de un hotel
Y a medianoche encargo
Un buen champán francés
Y cena con velitas para dos
Siempre es con otra, amor, nunca contigo
Bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es una oficina
Un teléfono ardiendo en la cabina
Una palmera en el museo de cera
Un exódo de oscuras golondrinas.
Y me envenenan los besos que voy dando
Y sin embargo cuando duermo sin ti,
Contigo sueño.
Y con todas si duermes a mi lado
Y si te vas, me voy por los tejados
Como un gato sin dueño,
Perdido en el pañuelo de amargura
Que empaña sin mancharla tu hermosura.
Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina
Y baile sin orquesta
Y ramos de rosas, con espinas
Pero dos no es igual que uno más uno
Y el lunes, al café del desayuno, vuelve la guerra fría
Y al cielo de tu boca el purgatorio
Y al dormitorio el pan de cada día.
(repite este último párrafo)
Y me envenenan los besos que voy dando.
Que eres la primera
Que no miento si juro que daría
Por ti la vida entera, por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día
Ya ves
Te engañaría con cualquiera
Te cambiaría por cualquiera.
Mitad arrepentido y encantado
De haberme conocido, lo confieso
Tú que tanto has besado tú
Que me has enseñado
Sabes mejor que yo
Que hasta los huesos
Sólo calan los besos que no has dado
Los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una embajada
El pasillo de un tren de madrugada
Un laberinto sin luz, ni vino tinto
Un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voy dando
Y sin embargo cuando duermo sin ti
Contigo sueño,
Y con todas si duermes a mi lado,
Y si te vas me voy por los tejados
Como un gato sin dueño
Perdido en el pañuelo de amargura
Que empaña sin marcharla tu hermosura.
No debería contarlo y sin embargo
Cuando pido la llave de un hotel
Y a medianoche encargo
Un buen champán francés
Y cena con velitas para dos
Siempre es con otra, amor, nunca contigo
Bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es una oficina
Un teléfono ardiendo en la cabina
Una palmera en el museo de cera
Un exódo de oscuras golondrinas.
Y me envenenan los besos que voy dando
Y sin embargo cuando duermo sin ti,
Contigo sueño.
Y con todas si duermes a mi lado
Y si te vas, me voy por los tejados
Como un gato sin dueño,
Perdido en el pañuelo de amargura
Que empaña sin mancharla tu hermosura.
Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina
Y baile sin orquesta
Y ramos de rosas, con espinas
Pero dos no es igual que uno más uno
Y el lunes, al café del desayuno, vuelve la guerra fría
Y al cielo de tu boca el purgatorio
Y al dormitorio el pan de cada día.
(repite este último párrafo)
Y me envenenan los besos que voy dando.
Poema de amor por J. M Serrat
El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.
Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.
Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.
Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.
La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.
Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.
Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.
Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.
Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.
Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.
Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.
Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.
Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.
Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.
La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.
Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.
Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.
Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.
Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.
Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.
Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.
lunes, 31 de mayo de 2010
Historia de la cancion Mediterraneo
Texto de Joan Manuel Serrat para una edición mexicana del disco:
«Se hace difícil ser objetivo cuando uno tiene que hablar de algo de lo que es arte y parte, pero con franqueza y musicalmente hablando pocos momentos en mi vida fueron tan afortunados como aquellos en los que la inspiración y el trabajo me llevaron a poner un pañuelo blanco sobre la silla azul de aquel mar que de niño me contaba hermosas historias sobre sus rodillas y de mayor me prestó su nombre para una canción y para un disco.
A estas alturas del partido, después del largo camino compartido creo que se merecen ustedes como leales cómplices que son y han sido, que les cuente algunas intimidades de este trabajo.
¿Sabía usted que la canción 'Mediterráneo' tuvo un primer título que era: 'Amo al mar' y un segundo titulo provisional que fue: 'Hijo del Mediterráneo'..? Claro que no lo sabía. ¿Cómo lo iba usted a saber si yo me acabo de enterar ahora mismo, revisando unos papeles del verano de 1971? Y por la misma razón, tampoco debía saber que 'Pueblo Blanco' empezó siendo un intento de retrato de una muchacha a la que llamaban 'María la Negra' porque era hija de un tal 'Pedro el Negro'. Ya ven, del negro al blanco. En fin que uno tal vez sepa donde empieza pero nunca sabe donde termina.
Mediterráneo es un puñado de canciones que se escribieron entre agosto y noviembre de 1971 en Calella de Palafrugell (Girona), Fuenterrabía (Guipúzcoa) y Cala d'Or (Mallorca). Siempre junto al mar.»
Canciones del disco
MEDITERRÁNEO
AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS
LA MUJER QUE YO QUIERO
PUEBLO BLANCO
TÍO ALBERTO
QUÉ VA A SER DE TI
LUCÍA
VAGABUNDEAR
BARQUITO DE PAPEL
VENCIDOS
«Se hace difícil ser objetivo cuando uno tiene que hablar de algo de lo que es arte y parte, pero con franqueza y musicalmente hablando pocos momentos en mi vida fueron tan afortunados como aquellos en los que la inspiración y el trabajo me llevaron a poner un pañuelo blanco sobre la silla azul de aquel mar que de niño me contaba hermosas historias sobre sus rodillas y de mayor me prestó su nombre para una canción y para un disco.
A estas alturas del partido, después del largo camino compartido creo que se merecen ustedes como leales cómplices que son y han sido, que les cuente algunas intimidades de este trabajo.
¿Sabía usted que la canción 'Mediterráneo' tuvo un primer título que era: 'Amo al mar' y un segundo titulo provisional que fue: 'Hijo del Mediterráneo'..? Claro que no lo sabía. ¿Cómo lo iba usted a saber si yo me acabo de enterar ahora mismo, revisando unos papeles del verano de 1971? Y por la misma razón, tampoco debía saber que 'Pueblo Blanco' empezó siendo un intento de retrato de una muchacha a la que llamaban 'María la Negra' porque era hija de un tal 'Pedro el Negro'. Ya ven, del negro al blanco. En fin que uno tal vez sepa donde empieza pero nunca sabe donde termina.
Mediterráneo es un puñado de canciones que se escribieron entre agosto y noviembre de 1971 en Calella de Palafrugell (Girona), Fuenterrabía (Guipúzcoa) y Cala d'Or (Mallorca). Siempre junto al mar.»
Canciones del disco
MEDITERRÁNEO
AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS
LA MUJER QUE YO QUIERO
PUEBLO BLANCO
TÍO ALBERTO
QUÉ VA A SER DE TI
LUCÍA
VAGABUNDEAR
BARQUITO DE PAPEL
VENCIDOS
Y el amor... de Joan Manuel Serrat
El milagro de existir,
el instinto de buscar,
la fortuna de encontrar,
el gusto de conocer.
La ilusión de vislumbrar,
el placer de coincidir,
el temor a reincidir,
el orgullo de gustar.
La emoción de desnudar
y descubrir, despacio, el juego.
El rito de acariciar prendiendo fuego,
La delicia de encajar y abandonarse,
el alivio de estallar y derramarse.
Y el amor...
el instinto de buscar,
la fortuna de encontrar,
el gusto de conocer.
La ilusión de vislumbrar,
el placer de coincidir,
el temor a reincidir,
el orgullo de gustar.
La emoción de desnudar
y descubrir, despacio, el juego.
El rito de acariciar prendiendo fuego,
La delicia de encajar y abandonarse,
el alivio de estallar y derramarse.
Y el amor...
Joaquin Sabina en Ubeda
"A los catorce (parece que fue ayer), el Rey Melchor se lo hizo conmigo y me trajo, por fin, una guitarra. Aquel adolescente ensimismado que era yo, con granos y complejos, en lugar de empollar física y química, mataba las horas rimando, en un cuaderno a rayas, versos llenos de odio contra el mundo y los espejos.
El mundo, lejos de sentirse aludido, seguía girando (que es lo suyo), desdeñoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, cabrones, en vez de consolarme con mentiras, más o menos piadosas, me sostenían cruelmente la mirada.
Vivía en un sitio llamado Úbeda. Algunas noches, mientras mis padres dormían, me daban las diez y las conce y las doce y la una practicando con sordina, en mi flamante guitarra, los acordes de "blancay radiante va la novia", o iniciándome en el furtivo y noble arte de la masturbación, o suspirando por mi vecina, una rubia de bote que suspiraba por un idiota moreno que tenía una bici de carreras y jugaba al baloncesto.
Sólo se me ocurrían tres maneras de atraer su atención: triunfar en el toreo, atracar un banco o suicidarme. Lo malo es que las tres exigían una dosis de valor que yo (!ay de mí!) no poseía. Yo poseía mi cuaderno a rayas cada vez más lleno de ripios contra el mundo, mi guitarra, cada día más desafinada, y un plano del paraíso, que resultó ser falso. Y la vida, previsible y anodina, como una tarde de lluvia en blanco y negro.
Pero en la pantalla del Ideal Cinema, cuando no daban una de Romanos, el viento golfo de Manhattan le subía la falda a Mailyn y era domingo, y no había clase, y los niños de provincias soñábamos despiertos y en technicolor con pájaros que anidaban en mi cabeza...pongamos que se llamaba Madrid.
Así que un día me subí, sin billete de vuelta, al vagón de tercera de uno de aquellos sucios trenes que iban hacia el Norte, me apeé en la estación de Atocha y aprendí que las malas compañías no son tan malas y que se puede crecer al revés de los adultos; y supe, al fin, a qué saben los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza, y lo que queda después de los aplausos, y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza.
Tal vez poreso mis canciones quieren ser un mapamundi del deseo, un inventario de la duda, siete crisantemos con espinas.Y, cuando las cartas vienen malas y amenaza tormenta y los dioses se ponen intratables y los hoteles no son dulces y todas las calles se llaman Melancolía, todavía fantaseo con debutar sin picadores o con desvalijar sucursales de Banesto o con probar mi suerte a la ruleta rusa, pero ahora, en lugar de tirame en las Ventas de espontáneo, o de escribirle una carta póstuma al juez Garzón, o de ahorrar para una Smith & Wesson del especial, escribo en technicolor la canción de las noches perdidas, para vengarme de tantas tardes de lluvia en blanco y negro, de tantos hombres de traje gris, de tantas rubias de bote que se vancon idiotas morenos que juegan al baloncesto, de tantas bocas adorables que nunca fueron mías, que nunca serán mías...
Aquellos granos trajeron estas cicatricesy aquellos miuras que nunca toreé me cosieron a cornadas el alma. Pero no me quejo; tengo amigos y memoria y risas y trenes y bares y una mala salud de hierro y un puñado de canciones recién salidas del horno que me tienen (dejadme que os lo cuente) orgulloso como un padre primerizo que babea.Y, de cuando en cuando, una rubia de bote me tira un beso, desde el público, aprovechando un despiste de su novio; ese idiota moreno que juega al baloncesto.
¿Qué a qué viene todo esto? Pues a que anochece y está lloviendo y los periódicos hablan de elecciones y yo no sabía cómo hablaros de esta boca que es, desde ahora y para siempre, más vuestra ya que mía."
El mundo, lejos de sentirse aludido, seguía girando (que es lo suyo), desdeñoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, cabrones, en vez de consolarme con mentiras, más o menos piadosas, me sostenían cruelmente la mirada.
Vivía en un sitio llamado Úbeda. Algunas noches, mientras mis padres dormían, me daban las diez y las conce y las doce y la una practicando con sordina, en mi flamante guitarra, los acordes de "blancay radiante va la novia", o iniciándome en el furtivo y noble arte de la masturbación, o suspirando por mi vecina, una rubia de bote que suspiraba por un idiota moreno que tenía una bici de carreras y jugaba al baloncesto.
Sólo se me ocurrían tres maneras de atraer su atención: triunfar en el toreo, atracar un banco o suicidarme. Lo malo es que las tres exigían una dosis de valor que yo (!ay de mí!) no poseía. Yo poseía mi cuaderno a rayas cada vez más lleno de ripios contra el mundo, mi guitarra, cada día más desafinada, y un plano del paraíso, que resultó ser falso. Y la vida, previsible y anodina, como una tarde de lluvia en blanco y negro.
Pero en la pantalla del Ideal Cinema, cuando no daban una de Romanos, el viento golfo de Manhattan le subía la falda a Mailyn y era domingo, y no había clase, y los niños de provincias soñábamos despiertos y en technicolor con pájaros que anidaban en mi cabeza...pongamos que se llamaba Madrid.
Así que un día me subí, sin billete de vuelta, al vagón de tercera de uno de aquellos sucios trenes que iban hacia el Norte, me apeé en la estación de Atocha y aprendí que las malas compañías no son tan malas y que se puede crecer al revés de los adultos; y supe, al fin, a qué saben los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza, y lo que queda después de los aplausos, y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza.
Tal vez poreso mis canciones quieren ser un mapamundi del deseo, un inventario de la duda, siete crisantemos con espinas.Y, cuando las cartas vienen malas y amenaza tormenta y los dioses se ponen intratables y los hoteles no son dulces y todas las calles se llaman Melancolía, todavía fantaseo con debutar sin picadores o con desvalijar sucursales de Banesto o con probar mi suerte a la ruleta rusa, pero ahora, en lugar de tirame en las Ventas de espontáneo, o de escribirle una carta póstuma al juez Garzón, o de ahorrar para una Smith & Wesson del especial, escribo en technicolor la canción de las noches perdidas, para vengarme de tantas tardes de lluvia en blanco y negro, de tantos hombres de traje gris, de tantas rubias de bote que se vancon idiotas morenos que juegan al baloncesto, de tantas bocas adorables que nunca fueron mías, que nunca serán mías...
Aquellos granos trajeron estas cicatricesy aquellos miuras que nunca toreé me cosieron a cornadas el alma. Pero no me quejo; tengo amigos y memoria y risas y trenes y bares y una mala salud de hierro y un puñado de canciones recién salidas del horno que me tienen (dejadme que os lo cuente) orgulloso como un padre primerizo que babea.Y, de cuando en cuando, una rubia de bote me tira un beso, desde el público, aprovechando un despiste de su novio; ese idiota moreno que juega al baloncesto.
¿Qué a qué viene todo esto? Pues a que anochece y está lloviendo y los periódicos hablan de elecciones y yo no sabía cómo hablaros de esta boca que es, desde ahora y para siempre, más vuestra ya que mía."
Suscribirse a:
Entradas (Atom)